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Introducción a la Kabbalah - Parte III

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Introducción a la Kabbalah - Parte III Los Cabalistas de Castilla 1. El Círculo de la Contemplación A partir de la obra de los cabalistas del reino de Castilla, conocemos la existencia de un grupo específico de místicos que dieron descripciones del mundo espiritual no basadas en la doctrina sefirótica; probablemente el grupo estuvo activo en Toledo, entre 1230 y 1260, y muestra claras influencias de Azriel de Girona.   Hablamos de un grupo, y no de individuos, porque una de las características de los escritos conservados es su anonimato o pseudoepigrafía, es decir, que se atribuye la autoría a destacados personajes de la antigüedad, como Moisés, sumos sacerdotes o rabinos famosos. Tres son las principales obras de este grupo: el Sefer ha-´Iyyun (Libro de la contemplación), atribuida a R. Hammay (el visionario) que da nombre al grupo; el Maayán ha-Jojmá, (La fuente de la sabiduría), cuyo autor anónimo dice estar describiendo los secretos místicos transmitidos por el ángel

Introducción a la Kabbalah - Parte II

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Origen y Breve Historia de la Kabbalah (II) La Cábala en todo su esplendor  Moisés de León La aparición del libro del Zohar, libro del Esplendor, marcó efectivamente el punto culminante, más esplendoroso, de la cábala medieval española. Antes de adentrarnos en la complicada historia de redacción del Zohar y en sus misterios, me parece conveniente y necesario hacer un breve repaso del periodo que precedió a su aparición. Es ni más ni menos que el periodo en el que una nueva forma de expresar la religiosidad judía en sus más altos niveles, el misticismo, se abrió paso en las comunidades judías medievales de la Europa occidental. Provenza: la cuna de la cábala  En cuanto fenómeno histórico en el judaísmo medieval, la Cábala nace en Provenza, o más exactamente en su parte occidental: el Languedoc.  Entre 1150 y 1220 el sur de Francia era presa de fuertes tensiones culturales y religiosas. La Provenza y el Languedoc disfrutaban de una civilización cortesana y feudal en

Introducción a la Kabbalah - Parte I

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Origen y Breve Historia de la Kabbalah La Cábala es de origen judío y, según algunos críticos, también tiene raíces en las tribus antiguas de Oriente  Medio, donde se combinó con la magia egipcia y la caldea. En realidad, la palabra “Cábala”, o “Kabbalah”,  proviene de la palabra hebrea kibel, que significa “recibir”. Según la leyenda, los primeros en recibir estos conocimientos acerca de Dios y las verdades de la Creación  fueron los Ángeles, quienes llevaron consigo la Cábala y la enseñaron a Adán para que la especie humana  pudiera redimirse. De Adán las enseñanzas pasaron a Noé y luego a Abraham, quien las llevó a Egipto. Se  dice que él fue quien reveló parte de aquel sagrado conocimiento a los sacerdotes. Moisés también fue iniciado en la Cábala, aunque no se sabe quién fue su maestro. Según algunos  cabalistas, la tradición fue recibida por Moisés, en el Monte Sinaí, directamente de Dios. Pero otros expertos  discuten esta idea. Sea como fuere, Moisés pe

El Samurai y los Tres Gatos

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El Samurai y los Tres Gatos Un Samurai tenía problemas a causa de un ratón que estaba decidido a compartir su habitación con él. Alguien le dijo: Necesitas un gato. Buscó uno en el vecindario y lo encontró: era un gato impresionante, hermoso y fuerte. Pero el ratón era mas listo que el gato y se burlaba de su fuerza. El Samurai adoptó un segundo gato muy astuto. Desconfiado, el ratón sólo aparecía cuando aquel se dormía. Entonces le trajeron al Samurai el gato de un templo zen. Tenía aspecto distraído, era mediocre y parecía siempre soñoliento. El Samurai pensó: no será éste el que me librará del ratón. Sin embargo, el gato, siempre soñoliento e indiferente, pronto dejo de inspirar precauciones al ratón, que pasaba junto a el sin apenas hacerle caso. Un día, súbitamente, de un zarpazo, lo atrapó.

Historia Verídica - Julio Cortázar

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Historia Verídica Julio Cortázar A un señor se le caen al suelo los anteojos, que hacen un ruido terrible al chocar con las baldosas. El señor se agacha afligidísimo porque los cristales de anteojos cuestan muy caros, pero descubre con asombro que por milagro no se le han roto. Ahora este señor se siente profundamente agradecido, y comprende que lo ocurrido vale por una advertencia amistosa, de modo que se encamina a una casa de óptica y adquiere en seguida un estuche de cuero almohadillado doble protección, a fin de curarse en salud. Una hora más tarde se le cae el estuche, y al agacharse sin mayor inquietud descubre que los anteojos se han hecho polvo. A este señor le lleva un rato comprender que los designios de la Providencia son inescrutables, y que en realidad el milagro ha ocurrido ahora.

Los Gatos de Ulthar - H.P. Lovecraft

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Los Gatos de Ulthar H.P. Lovecraft Se dice que en Ulthar, que se encuentra más allá del río Skai, ningún hombre puede matar a un gato; y ciertamente lo puedo creer mientras contemplo a aquel que descansa ronroneando frente al fuego. Porque el gato es críptico, y cercano a aquellas cosas extrañas que el hombre no puede ver. Es el alma del antiguo Egipto, y el portador de historias de ciudades olvidadas en Meroe y Ophir. Es pariente de los señores de la selva, y heredero de los secretos de la remota y siniestra África. La Esfinge es su prima, y él habla su idioma; pero es más antiguo que la Esfinge y recuerda aquello que ella ha olvidado. En Ulthar, antes de que los ciudadanos prohibieran la matanza de los gatos, vivía un viejo campesino y su esposa, quienes se deleitaban en atrapar y asesinar a los gatos de los vecinos. Por qué lo hacían, no lo sé; excepto que muchos odian la voz del gato en la noche, y les parece mal que los gatos corran furtivamente por patios y

El Pueblo de los Gatos - Haruki Murakami

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El Pueblo de los Gatos  Haruki Murakami El joven viajaba solo, a su gusto, con una única maleta como equipaje. No tenía un destino. Se subía al tren, viajaba y, cuando encontraba un lugar que le atraía, se apeaba. Buscaba alojamiento, visitaba el pueblo y permanecía allí cuanto quería. Si se hartaba, volvía a subirse al tren. Así era como pasaba siempre sus vacaciones. Desde la ventana del tren se veía un hermoso río serpenteante, a lo largo del cual se extendían elegantes colinas verdes. En la falda de aquellas colinas había un pueblecillo en el que se respiraba un ambiente de calma. Tenía un viejo puente de piedra. Aquel paisaje lo cautivó. Allí quizá podría probar deliciosos platos de trucha de arroyo. Cuando el tren se detuvo en la estación, el joven se apeó con su maleta. Ningún otro pasajero se bajó allí. El tren partió inmediatamente después de que se hubiera bajado. En la estación no había empelados. Debía ser una estación poco transitada. El joven atravesó el